Ya sé quién es Woody Allen

PaCO SE CUELA EN UNO DE LOS TALLERES ‘ARTISTEA’, QUE DESVELA LOS SECRETOS DEL CINE A LOS ALUMNOS DEL IESO CANAL DE CASTILLA DE VILLAMURIEL DE CERRATO

Los chicos y chicas que hoy en día estudian 2º de la ESO no saben quién es Woody Allen, pero se saben de memoria el guión de Transformers. Si les preguntan por Johnny Depp… Ni idea. Pero si mencionan a Jack Sparrow, es otra cosa. Ahora bien: sería un error enorme pensar que carecen de cultura audiovisual. «¿Cuántos de los que estáis aquí sabéis editar vídeo?». Unos cuantos levantan la mano y confiesan después que, a golpe de videotutorial de YouTube, conocen programas profesionales como Adobe Premiere o Final Cut.

Estamos en el Instituto de Secundaria Canal de Castilla, en Villamuriel de Campos. Es una fresca mañana de abril en la que 50 chicos y chicas de 2º de ESO sonríen a las 9:30 de la mañana. Hoy rompen la rutina de las clases para participar en un taller de dos horas de duración con el que se dan cuenta de que ellos mismos pueden hacer cine. Y sin videotutoriales, tan solo tirando de su creatividad.

Nos hemos colado en una sesión del Programa Artistea de la Junta de Castilla y León, que busca acercar el arte a estudiantes, con especial atención a la diversidad y la dispersión de población. Artistea ofrece talleres formativos sobre teatro, artes plásticas, música o cine. La empresa castellano leonesa Cinemacamp es la encargada de impartir estos últimos, y hoy comienza su sesión mostrando a los alumnos el corto que grabaron sus compañeros en la sesión del pasado año.

Y es que hacer cine es fácil si uno tiene los conocimientos adecuados y un equipo, explican, que no tiene por qué ser muy caro. Aunque todos se sorprenden cuando les cuenta que en cine se usan cámaras de más de 200.000 euros. La materia prima, en todo caso, es una buena historia, «con un buen tema», recuerda el profesor.

Una idea acertada vale más que mil imágenes, un arte que se sublima en el género del cortometraje. El segundo paso es trabajar el guion, algo que les suena tanto como el nombre de Woody Allen. «Hemos leído obras de teatro en clase, pero guiones de cine…», apunta una estudiante. Nada de nada. Pero la base adquirida en las clases de Literatura y Plástica ya es un buen punto de partida para ir trabajando el texto que articulará la película y, después, el storyboard con el que irán traduciéndola a imágenes.

En esta sesión, de dos horas de duración, hay que condensar la experiencia. Así que los ‘‘profes’’ traen el guion hecho para permitir a los alumnos que hagan cine de verdad con el equipo de Cinemacamp: una cámara con trípode, una pértiga de sonido, una claqueta y un ordenador para editar el vídeo después. Cuando llega el momento de salir voluntario, decenas de brazos se levantan. «La participación suele ser muy alta en todas nuestras sesiones», nos explica después uno de los docentes, Álvaro Martín. Son unos 50 alumnos y un tiempo muy corto, pero al menos pueden tomar contacto con la técnica, aunque a muchos les toque hacer de figurantes.

En esta ocasión, el guion es un corto cómico sobre dos detectives venidos a menos. Nadie contiene la risa cuando los profesores sacan de una maleta el atrezzo de los actores, que deben ponerse gabardina y sombrero. Y una vez que la directora ha asumido su papel y todo el equipo espera sus instrucciones, lo más difícil de la sesión es lo que se antojaba más fácil: grabar las frases de los actores sin romper a reír antes de tiempo.

Después de varias tomas falsas, por fin tenemos una película. Y ahora han aprendido para qué sirve la claqueta, qué función tiene un script o que un plano americano no se llama así «porque se inventó en América», como sugieren por el fondo del aula.

Esta pequeña introducción cultural al séptimo arte se unirá para siempre en sus intelectos al gran dominio técnico que tienen los jóvenes de hoy en día. Y, si hay suerte, les aportará una herramienta creativa de gran potencial.

«Son generaciones que han nacido con la tecnología en la mano y, después de este curso, muchos nos cuentan que sienten curiosidad y empiezan a investigar por su cuenta y a ver películas antiguas», dice Álvaro Martín. Por fin sabrán quién carajo era Woody Allen.

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