Que llueva, que llueva…
San Isidro, la tradición reinventada
San Isidro es una de las fiestas más extendidas en nuestra cultura. Y es que en el mundo agrario, el agua es la vida y es en esta época cuando los campos tienen que recibir las bendiciones del cielo. Más allá del plano religioso, es además el momento que los trabajadores e incluso estudiantes de oficios del sector primario aprovechan para divertirse juntos.
Las Juntas Agropecuarias Locales y Asociaciones de Labradores de toda la provincia aprovechan San Isidro para celebrar comidas de hermandad y fiestas privadas, como nos cuentan desde Astudillo, Herrera de Pisuerga, Frómista o Torquemada.
Entre todos ellos, hay dos localidades donde San Isidro tiene más arraigo todavía. En Dueñas, es el momento de peregrinar al Monasterio trapense, con la dificultad añadida de sortear la autovía. Tradicionalmente se cruzaba con tractores y carrozas, pero la seguridad viaria se interpuso y por eso la villa eldanense tira de ingenio para celebrar su fiesta.
En los últimos años, la procesión se ha servido de embarcaciones e incluso el globo aerostático del pasado año, que por desgracia se vio afectado por un inoportuno viento norte.
También Becerril de Campos celebra grandes fiestas en San Isidro, que incluyen actividades para niños, espectáculos, fuegos artificiales, verbenas y tradiciones como la suelta del toro de fuego.
Menos tradicional pero incuestionablemente multitudinaria es la Fiesta de la ITA, en la que los estudiantes de Ingenierías Agrarias convocan a 10.000 universitarios de todo el Noroeste de España.