Hoy os invito a viajar conmigo por Palencia. Pero no en coche. Ni en autobús. Será un viaje de muchísimos sabores y olores, y una pinta que ni os cuento. No os voy a enseñar nada que no conozcáis, pero juntos haremos un gran homenaje a la cocina palentina. La cosa es que es posible, estemos donde estemos, viajar por toda la provincia frente a una buena mesa.

Podemos arrancar con un fenomenal queso curado de oveja churra. ¡Cómo sabe, cómo huele! Hay que reconocerlo: el queso de nuestra Palencia es otra cosa. Si eres más carnívoro a lo mejor te hace falta una cecina de Villarramiel o unas morcillas de Villada. Pues ya están los entrantes. ¡Que aproveche!

Para los que prefieren ir directos al primero, propongo un platazo de lentejas pardinas de Tierra de Campos o unas alubias de Saldaña. Ahora que ya se aproximan las bajas temperaturas, ¡que vengan los guisos!

¿Y la menestra palentina? Un plato tan bien hecho lo comas en un restaurante o en la casa de alguien. Tengo la impresión de que su receta es una verdadera herencia que se pasa de generación en generación por aquí. Algo como: “ha llegado la hora, hijo mío: ¡toma la receta de la menestra!”

Podemos continuar el viaje con un jugoso chuletón de carne de Cervera acompañado de patatas de La Ojeda, que no tienen nada de coadyuvantes y son muy ricas para cualquier receta. ¿Qué decir, por ejemplo, de las patatas a la importancia? Jo, ¡qué importancia tienen! ¿Y un lechazo churro con pimientos de Torquemada? Si el bicho es tan grande como tu hambre y no entra en tu horno, no te preocupes, llévaselo al panadero de Villalumbroso. Te lo cocinará de maravilla.

Sería pecado comer todo eso con la boca seca teniendo buenos vinos palentinos disponibles. Aprovecha tu ida a Torquemada y tráete contigo unas botellas ‘made in Cerrato’ o te las buscas en la vecina Palenzuela (donde, además de sus caldos exquisitos, las cebollas saben a gloria) o algunas de la denominación de origen Cigales, de la zona de Dueñas. Si no eres de vino, no pasa nada. Encontrarás cerveza artesana de primera en Becerril.

Por cierto, no nos olvidemos del pan. Pero nada de coger el primer congelado del súper, por favor. Palencia tiene pan de verdad y trigo de alta calidad. Por algo nos llaman el granero de España. Un candeal, por ejemplo, caerá fenomenal para nuestro viaje. Y si sobran migas sobre la mesa, ya sabéis: una deliciosa sopa de ajo.

De postre, herraduras de las monjas dominicas, tocinillo de Villoldo, un brazo de San Lorenzo de Osorno o estos Socorritos que te echan un lazo, efectivamente. Otra gran opción es un arroz con leche, pero con leche de La Trapa, ¿eh? Que también garantizará los mejores chocolates para el momento del orujo de Lantadilla o de Becerril con aquel café.

¿Y el café? Ah… perdonad, amigos míos, pero brasileño será. Porque éste es otro viaje al cual también os invito yo.

 

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